El domingo 31 de marzo inaugurará la Muestra #69 en el Centro Cultural Municipal “San José”. Se trata, en este caso, de Movimiento de Suelo de Daniel Fitte y Andrés Boero Madrid y Personal Musa de Paula Ferrari.
La apertura al público está prevista para las 19 horas y permanecerán en exposición hasta el domingo 12 de mayo.
La sierra irrumpe en el Centro Cultural San José: luz natural, piedra, agua y tierra se vuelven experiencia compartida. Los elementos son reconfigurados, generando espacio para la incertidumbre.
“Movimiento de Suelo”, realizada como site-specific, surge del encuentro de dos miradas. Por un lado la sierra y la memoria abrazada al paisaje, que Daniel Fitte trae a colación al proponernos enterrar o desenterrar(nos) usando como materia la tierra. Por otro lado el río o su lejanía, de Andrés Boero Madrid donde el barro y la piedra se juntan y dialogan con la luz que entra desde el exterior.
Será presentada en las salas 2, 3 y 4 del espacio municipal y ambas miradas transitan los límites de la presencia humana, que vuelve a la tierra.
En el auditorio del Centro Cultural, el mismo día en el mismo horario, se presentará “Personal Musa” de Paula Ferrari.
Dice la artista en referencia a su muestra: “Partiendo de imágenes que me inquietan, porque en ellas se me juegan los mandatos que me rigen desde siempre, la cuadrícula que me sostiene pero a la vez me apresa; la poesía de las flores y los rostros; la profesión de fotógrafa y publicista, el reinado del cuerpo y la belleza en el que estuve rondando durante tanto tiempo…
Me reconozco en el terreno pantanoso de lo intermedio, la religión que con fervor mi madre insistió en regalarnos me hizo mella en el criterio temprano y en el pudor; tuve esta madre colchón que me hizo blanda con toda su ternura, crecí protegida y tibia, al margen de las grandes luchas y con desconcierto frente a la palabra feminismo.
Tan cómoda yo, encajando con la media aceptada, sin sufrir mi condición femenina, amando a quien quise amar, sin sucesos truculentos, ni abusos mayores, ni violencia de género en casa, ni cerca… ni el gran y atroz dolor que puede alcanzar la condición femenina.
Hoy, esta marea de mujeres que camina a mi lado me interpela, me pone frente a mis creencias y mandatos, me resulta imposible permanecer impávida frente a esa fuerza tumultuosa. Comienzo a moverme dentro de un río denso de pensamiento y conmoción conjunta, me avergüenza saber que no sentí propios los reclamos de las otras. Al dolor ajeno hoy lo siento propio, el dolor de sufrir maltrato o violencia, de amar en forma diferente, el reconocer a una mujer padeciendo ciertos sometimientos. Veo el hilo que nos anuda a todas en una misma mujer: sufre ella y sufro yo y sufre esa madre por su hija y sufro yo por la mía, es una misma cosa el dolor femenino y el reclamo histórico; increíblemente tarde o tan a tiempo puedo ver a las oprimidas del pasado, las veo muriendo por sus ideales para darme a mí la vida cómodamente adormecida que lleve.
Me sumerjo en la poesía de lo femenino, pero en una creación más comprometida, a la lucha que nunca estuvo en mí pero ahora me convoca y me arrastra. Intento resignificar las imágenes tomadas con otro propósito, como metáfora de la conversión de mi propia mirada, imprimirles una nueva historia, amarlas de otra manera: a estas mujeres/ niñas darle la mística de heroínas. Recostarlas sobre un fractal de elementos caprichosos y ajenos, que reposen ahí y florezcan en algo mejor que tan solo su belleza, que despierten en otra historia. Visibilidad de las diferencias de oportunidades, del descuido del género; del sufrimiento femenino, de tantas mujeres que no pudieron ser algo más grande.
Que luchen, sufran, conquisten, lloren y sangren… festejen y se estremezcan con la otra, con la hermana, la de al lado, compañera, complicada, asustada, confusa, esperanzada, hermosa, valiente, una misma mujer gigante. La palabra feminismo ya no me asusta, me convoca, me enorgullece y me exalta”.