Este viernes 16 de diciembre, el Dr. Darío Vezzani (Biólogo, investigador del CONICET en el Instituto Ecosistemas de la UNICEN) estará en Olavarría –más precisamente en el Hospital Municipal– para realizar un trabajo de prevención del mosquito vector del dengue, junto al personal de zoonosis y de mantenimiento.

Vezzani trabaja desde hace más de un año con el equipo de la Dirección de Bromatología y remarca que entre las 250 especies de mosquitos que hay en Argentina, una sola es la que transmite el dengue en la Provincia de Buenos Aires, y se llama Aedes aegypti. Esta enfermedad viral se caracteriza por fiebre acompañada de dolor detrás de los ojos, cabeza, músculos y articulaciones; náuseas y vómitos; cansancio intenso; aparición de manchas en la piel; y picazón y/o sangrado de nariz y encías.

El mosquito Aedes aegypti nace sin el virus, pero cuando pica a una persona con dengue lo adquiere, y unos días después se lo puede transmitir a otras personas. Entonces, no todos los individuos de esta especie transmiten la enfermedad, solo los que antes picaron a una persona enferma.

Este mosquito es un insecto urbano y doméstico. A diferencia de la mayoría de las otras especies, encuentra en el interior de nuestros hogares, patios y jardines todas las condiciones necesarias para desarrollarse. Utiliza recipientes artificiales de todo tipo (baldes, latas, frascos, neumáticos fuera de uso, bebederos, etc) para el desarrollo de sus estadios larvales, que son acuáticos. Coloca sus huevos individualmente en las paredes internas de los recipientes unos milímetros por encima del agua, y cuando el recipiente se recarga con agua los huevos quedan sumergidos y eclosionan. A partir de ahí, comienza el desarrollo de las larvas y unos días después saldrán los adultos voladores, y solo las hembras son las que chuparán sangre. Este mosquito nunca lo vamos a encontrar en lagunas, lagos, arroyos, charcos de lluvia o zanjas.

Aedes aegypti se ha expandido en Argentina desde su reintroducción en el norte del país en 1986. Durante la década del 90 alcanzó el Gran Buenos Aires y luego continuó una lenta pero constante dispersión hacia el centro y sur del territorio bonaerense. Actualmente, Bahía Blanca es la ciudad bonaerense con el registro más austral. Al igual que el mosquito, el dengue también ha ido en aumento en nuestro territorio, tanto en intensidad como en extensión geográfica. El número de localidades con transmisión de dengue se triplicó de 167 en la primera epidemia nacional (en 2009 con 27.000 casos) a 496 localidades en la más reciente (en 2020 con 60.000 casos). Asociado con el aumento de localidades positivas y número de casos, se observa un corrimiento del límite de la transmisión del dengue hacia el sur, desde el Conurbano Bonaerense hasta Saladillo en el centro de la provincia, a menos de

200 km de Olavarría.

En Olavarría no se demostró la transmisión de dengue hasta hoy, pero se ha detectado eventualmente la llegada de personas con síntomas de dengue provenientes de otras regiones.

En la ciudad se tiene conocimiento acerca de la presencia de Aedes aegypti desde hace aproximadamente 10 años. Durante el verano-otoño del 2022 la Dirección de Bromatología inició actividades para monitorear al mosquito durante los meses de calor. Para esto se utilizaron trampas que detectan la puesta de huevos de esta especie (ovitrampas), que permitieron demostrar su presencia en distintos barrios de la ciudad. Actualmente sabemos con certeza que el mosquito está bien establecido en la ciudad. En los grandes espacios verdes y paseos, son otras especies de mosquitos los responsables de las picaduras.

Fumigación: una polémica constante

La fumigación está recomendada únicamente para situaciones de epidemia, es decir, para eliminar los mosquitos adultos portadores del virus y cortar la transmisión del dengue. Es cara y poco eficiente porque solo elimina a los mosquitos adultos; al día siguiente habrá nuevos mosquitos. Además, es mala para el ambiente porque también mata a los insectos benéficos; claro ejemplo son las abejas. Podemos asegurar que también es mala para las personas; sino no utilizarían trajes, máscaras y guantes para su aplicación. Y para peor, produce resistencia en las poblaciones de mosquitos. Esto significa, que los mosquitos que sobrevivan dejarán luego una descendencia no susceptible a ese insecticida, y habremos perdido la herramienta que tenemos para controlarlos en situación de epidemia.

Cuando en las ciudades bonaerenses padecemos eventualmente una nube de mosquitos picándonos en espacios verdes y paseos, debemos entender que nada tiene que ver con el mosquito del dengue. Son otras especies de mosquitos que proliferan repentinamente en los charcos debido a una fuerte lluvia seguida de calor. Debemos entender que pedir a las autoridades que nos fumiguen, o sea que nos rocíe con venenos, no tiene sentido alguno.

Debemos preservar esta herramienta para el control de focos domiciliarios en caso que haya transmisión de dengue en la ciudad.

La prevención como bandera

Aún no existen vacunas eficientes contra el dengue. Tampoco soluciones mágicas como la fumigación. El único camino actual es la prevención. Y la base de dicha prevención es la educación en todas sus aristas. Estamos criando a este mosquito en nuestras viviendas, comercios y cualquier otro predio donde haya recipientes capaces de acumular agua. La intención de esta breve nota es visibilizar este problema en la comunidad para poder sensibilizar a sus distintos actores. Es imprescindible capacitar al Sistema de Salud para la detección temprana de casos. Es fundamental explicarle a cada vecino como evitar que este mosquito críe en sus propiedades.

Links de interés:

Prevención: https://www.argentina.gob.ar/salud/mosquitos/prevencion

Trabajo realizado en Olavarría: https://www.revistaredsalud.com/