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En el instante en que Luis Enrique anuncia que dejará el cargo de entrenador de Barcelona al finalizar la temporada, Jorge Sampaoli está mirando el partido entre Granada y Alavés porque el próximo fin de semana le tocará jugar con el equipo de Mauricio Pellegrino. Sabe que el partido contra Athletic de Bilbao es bravo y el juego, a él, es algo que lo obsesiona. No paran de llegarle mensajes vinculados con el club de Catalunya, pero él, fiel a su estilo, sigue analizando las cosas que le gustan y que de él dependen, aunque sea adepto al sueño de lo imposible. Y después de pensar y de pensar en fútbol, lejos de indagar sobre las internas culés, dice lo otro que está rondando su cabeza. Qué ganas de vibrar en el próximo recital del Indio Solari, en Olavarría.
Sampaoli se tatuó en España el brazo que le quedaba libre de dibujos. En el costado izquierdo, se hizo la segunda parte del dibujo del disco Oktubre que le quedaba. Probablemente, una de las obras más míticas del rock argentino. Mientras, el mundo lo pide para ser técnico de Barcelona. Al día siguiente, jugará contra Athletic de Bilbao, donde se cruzará con Valverde, candidato histórico a llegar al banco de suplentes del Camp Nou -cuando llegó Gerardo Martino, era una posibilidad-. El equipo tiene algunos amonestados y futbolistas con problemas de lesiones por lo que deberá realizar modificaciones. Sin embargo, él cree en el estilo. Porque su equipo no está hecho de resultados: Sevilla, que a él lo sorprende día a día, sobre todo, se hizo cargo de una idea.
No es que no lea las noticias, más allá de que se aísle de la montaña de elogios que va recibiendo. Pero su cabeza está en Sevilla. Al final la temporada, podrá pensar otra cosa. Desde junio, su cláusula de salida será algo menor a los 2 millones de euros, algo totalmente pagable por un club que lo quiera en serio. El presidente de la institución anunció que le ofrecerán la renovación. Pero en la institución de Andalucía hay muchas cosas por resolver, entre otras, la continuidad de Monchi, mánager del club.
Aún así, todo eso está lejos. Sampaoli piensa en LaLiga y en la Champions League. Lo único que le preocupa de la situación de Barcelona es que no parezca que tiene la cabeza en otra cosa. Su corazón está puesto en la ciudad que apostó por él y por la que él apostó. Mientras, como siempre, en su cabeza de culturas, pregunta por la situación salarial de los jugadores del fútbol argentino y anuncia que va a vibrar con el recital del Indio Solari desde Sevilla.
Desde ahí, en Ji Ji Ji, cantará: «No lo soñé».