Dos carpinchos fueron rescatados del mascotismo y llevados al Bioparque Municipal “La Máxima”, para priorizar la calidad de vida de los animales.
“Muchos de estos ejemplares son atrapados para la venta, lo que tiene consecuencias para el medio ambiente y para la salud de los humanos”, resaltó el responsable del espacio municipal Flavio Maldonado. “La extracción, la tenencia y la venta de un ejemplar silvestre también tiene consecuencias jurídicas. Existe una Ley Provincial que prohíbe estas acciones y sanciona con una multa a aquellos que transgredan las normas”, dijo.
El mascotismo es una acción ilegal que retira a los animales de su hábitat natural y pone a las especies en peligro de extinción. Para encontrar algunos ejemplos no hay que ir lejos en el tiempo ni en el espacio.
A nivel global se calcula que el 80 por ciento de los animales que ingresan a la cadena de tráfico de especies mueren antes de llegar a ser una mascota. «Esto se debe al estrés por la captura, las condiciones de hacinamiento y los métodos de traslado, ya que muchas veces los drogan o alcoholizan para que duerman, incluso una vez que están en una casa o enjaulados se declaran «muertos» para la naturaleza, debido a que se acortan los años de vida, se estresan, se lastiman y aunque los liberen no puede readaptarse a la naturaleza”, señaló.
Cuando se rescata a un animal que estuvo en cautiverio «muchas veces resulta muy difícil devolverlos a su hábitat, porque no desarrollaron los comportamientos de su especie. La gente no le salva la vida, sino que los mata, es como si no existiera en el ecosistema. Nunca van a estar en las condiciones que estaría en su ambiente natural. La falta de espacio, las limitaciones de estímulo y la mala alimentación les acortan la vida”, indicó Maldonado y por eso “en el Bioparque ‘La Máxima’ trabajamos para mejorar las condiciones de vida de los animales rescatados y reinsertarlos en la naturaleza cuando es posible”.
Debemos educar para que la sociedad comprenda que “la domesticación no existe, sólo los amansa. Los animales reconocen al humano como ‘proveedor de alimentación’, pero no está preparado para entender, respetar o corresponder”, argumentó.
Estos ejemplares -producto de la mascotización- incluso pueden transmitir enfermedades a otros animales y a los humanos como la psitacosis (una enfermedad respiratoria muy grave para los niños y ancianos) transmitida por aves y la salmonelosis transmitida por las tortugas.
Debemos ser conscientes que cada especie cumple un rol dentro la naturaleza y que sólo se logra el equilibrio cuando trabajan cada una en comunidad.
Por esto, “si alguien tiene en su casa alguna especie mascotizada y se arrepiente, desde el ‘La Máxima’ nos encargamos de ayudar a través del Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Silvestre, podemos asesorar, buscarlos si es posible y trasladarlo al Bioparque, para actuar y fortalecer la Conservación de la Biodiversidad”, concluyó Flavio Maldonado.